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Grandes Arquitectos Mexicanos Luis Barragán, El Maestro Del Modernismo

Luis Barragán, nació en Guadalajara en 1902, donde hizo sus estudios profesionales y se graduó como ingeniero y arquitecto en 1925. Luego de terminar sus estudios permanecería un par de años en Europa donde sin duda adquiriría ese conocimiento y esa tendencia que marcaría su carrera y sus obras.

Durante ese lapso visitó España en el que mostraría gran interés por la arquitectura andaluza, y despertó su sensibilidad por los espacios y tradición árabe, así como los jardines mediterráneos. Su evolución arquitectónica se basó en la búsqueda de una síntesis personal de la arquitectura mexicana con las aportaciones de las vanguardias europeas.

Seria en Europa donde este arquitecto mexicano absorbería y contemplaría todas esas obras que influyeron en él y en su obra, como la limpieza de trazos, la transparencia, la continuidad visual entre el exterior y el interior, los colores y la omisión de elementos superficiales al punto de hacer de su estilo una forma de arte.

A su regreso en Guadalajara, construyó algunas casas, las cuales llamaron la atención de revistas especializadas de Estados Unidos y algunas de Italia. En 1936 se instala en la Ciudad de México, donde construye algunos edificios de apartamentos en la colonia Cuauhutémoc, en la Condesa y algunas pequeñas residencias.

Luis Barragán, junto con otros arquitectos de su generación como Ricardo Legorreta y Antonio Atollini, cuestionaron la ausencia el estilo e identidad de estilos como funcionalismo. Por lo que plantearon que, para ellos, la arquitectura debería estar enfocada en su entorno social y medioambiental.

De 1940 a 1945 dedicó parte de su tiempo a estudios y planificación y negocios en bienes raíces y adquirió propiedades en la avenida San Jerónimo.

Su arquitectura empieza a concebirse como un juego de planos, luz y texturas. En esta etapa destacan el edificio de apartamentos en la plaza Melchor Ocampo (1936-1940), su casa-taller en Tacubaya y dos obras en el campo del paisajismo: los jardines del Pedregal (1945-1950) y los del Predio del Cabrío (1944), en la ciudad de México.

Tanto arquitectos que han estudiado su obra, como críticos y especialistas aseguran que Barragán retomó parte de la estética mexicana en sus elementos más significativos como el muro, el juego entre vanos y macizos; las texturas y el color, una de las particularidades más marcadas en su obra.

Algunas de sus obras más reconocidas son: Casa Gilardi, Casa Franco, Capilla las Capuchinas, Jardines del Pedregal, Casa González Luna, Faro de comercio.

El Arquitecto también era un pensador, y para quien ha estudiado su obra descubre que sus planos y escritos están llenos de frases que plasman el pensamiento del “artista” como la siguiente:

 

“Sólo en íntima comunión con la soledad puede el hombre hallarse a sí mismo. Es buena compañera, y mi arquitectura no es para quien le tema o la rehúya”.

Los Jardines del Pedregal

En 1945, tanto a Luis Barragán como a un grupo de arquitectos les fue encargada la creación de la colonia Jardines del Pedregal, ubicada en el sur de la ciudad de México. El reto principal para estos profesionales fue crear una ciudad, con calles avenidas y servicios sobre una superficie volcánica, lo que consolidó un proyecto de 5.1 kilómetros cuadrados plagado de arquitectura moderna.

El arquitecto desarrolló el proyecto estructural y la total planificación, así como el urbanismo para la firma Jardines del Pedregal de San Ángel, S.A., nombre con que fue que fue el nombre que se dio a esta sociedad.

En el mismo proyecto, Barragán diseñó varias zonas de jardines y obras ornamentales (fuentes, rejas, ingresos a la colonia, etc.) y estableció normas de construcción a fin de crear un ambiente armónico en términos arquitectónicos y así evitar destruir la belleza del paisaje.

El desarrollo del Pedregal ocupó a Barragán de 1945 hasta 1952, cuando se separó de dicha empresa. Durante esa época realizó algunos viajes a Europa, en uno de los cuales visitó el norte de África.

Torres de Satélite

Sobre el Boulevard Manuel Ávila Camacho, es decir, la misma avenida donde de planearon los Jardines del Pedregal y hoy conocida como el Periférico, sólo que en el Norte de la Ciudad.

Las torres son el resultado de un proyecto colaborativo entre el escultor Mathias Goeritz, el arquitecto Luis Barrragán y el pintor Chucho Reyes Ferreira, quienes empezaron esta obra a petición del arquitecto Mario Pani, el encargado de la proyección de la zona habitacional conocida como Ciudad Satélite en 1957.

Inspiradas en las torres medievales de Gimignano en Italia, estos cinco monumentos tienen el propósito de jugar con la percepción de quien los vea, en un principio esta obra fua criticada por muchas personas, argumentando que no tenía función alguna y sólo era desperdicio de materiales.

El concepto de las torres era que funcionarían como puerta de entrada a una nueva ciudad, la cual rompería con todos los esquemas en cuanto al orden, urbanismo y crecimiento a diferencia de la zona metropolitana de la ciudad de México, cuyo crecimiento fue desordenado y sin ningún tipo de reglas urbanas.

 

“En mis jardines, en mis casas, siempre he procurado que prive el plácido murmullo del silencio, y que en mis fuentes cante el silencio”.

 

El resultado fueron cinco grandes torres con cuerpo en forma de prisma, huecas y sin techo. Al decidir el color, Mathias Goeritz el de la idea original, era pintarlas en diferentes tonos de naranja que evocarían el ocaso, sin embargo, se acordó que se pintaran de diferentes colores.

Estas torres son un hito urbano y artístico, además de un gran punto de ubicación en la ciudad, por ello en el 2012 fueron declaradas como patrimonio artístico por el Presidente Felipe Calderón, y así se garantizó el cuidado y conservación de este monumento tan importante para nuestro país.

De 1964 a 1965 trabaja con Juan Sordo Madaleno, en el gran proyecto (que no llegara a completarse) de Lomas Verdes, otra ciudad contemplada para crearse como Ciudad Satélite.  Pero el arquitecto estadounidense Louis Khan lo invita a asesorarlo, en 1964, en su proyecto del Salk Institute de la Jolla, California. Poco después realiza la Cuadra San Cristóbal y casa Egerstrom, en colaboración con Andrés Casillas.

De 1969 a 1973 trabaja en los proyectos –no realizados– del plan maestro de Cano, en el Estado de México, y para el fraccionamiento El Palomar, en Guadalajara, así como la fuente monumental en Lomas Verdes, con Ricardo Legorreta, y otros proyectos. En 1974 realizó la Casa Gilardi, la última obra que llegó a terminar íntegramente.

En 1976 el Museo de Arte Moderno de Nueva York presentó la primera exposición sobre su obra y publicó el libro-catálogo de Emilio Ambasz. Esto lanzó a Barragán a la fama internacional. Ese año recibió también, en México, el Premio Nacional de Ciencias y Artes.

En 1979 proyectó el Faro del Comercio para la Ciudad de Monterrey, así como la Casa Meyer (cuya autoría, sin embargo, no puede atribuírsele con certeza).

Luis Barragán es el único mexicano que ha ganado el Premio Pritzker (es el premio de mayor prestigio internacional y el principal galardón concedido para honrar a un arquitecto en el mundo). Se le otorgó en 1980 donde la Fundación Hyatt, la cual otorga el galardón calificó su obra como “un acto sublime de la imaginación poética, con jardines, plazas y fuentes de belleza inquietante”.

En su discurso de aceptación en Washington D.C., Luis Barragán aseguro que en él se premiaba, «a todo aquél que ha sido tocado por la belleza. En proporción alarmante han desaparecido en las publicaciones dedicadas a la arquitectura las palabras belleza, inspiración, embrujo, magia, sortilegio, encantamiento y también las de serenidad, silencio, intimidad y asombro. Todas ellas han encontrado amorosa acogida en mi alma, y si estoy lejos de pretender haberles hecho plena justicia en mi obra, no por eso han dejado de ser mi faro…».

Luis Barragán murió el 22 de noviembre de 1988 en su casa de Tacubaya, en la Ciudad de México. Sus restos fueron trasladados al día siguiente a Guadalajara y permanecen en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres.

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